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    G.PINTOS
    Modernidad y tradición
    Distribuir un espacio triangular

    Precedentes

    Laura y Raúl nos contactaron ya que tenían la necesidad de sentirse cómodos en casa. Tras una temporada fuera, se reencontraban con un espacio en el que no se ubicaban. En las primeras reuniones nos comentaron que buscaban cambiar el interiorismo para acomodar su vivienda y volver a encontrarse cómodos en ella.

    Sin embargo, tras esas primeras reuniones lo que nosotras detectamos era que su vivienda, con 49m2 y un espacio muy dividido, y de geometría triangular, les estaba condicionando por completo a la hora de vivir: un hall de entrada oscuro sin mucha utilidad daba la bienvenida y el acceso a un salón triangular, donde no sobraba el espacio para un sofá y mesa de comedor. Debido a esa complicada geometría ver la Tv era algo realmente muy incómodo y ya teletrabajar una aventura. Por otro lado tenían una cocina separada con un almacenamiento muy justo y el baño, que contaba con m2 mucho más que suficientes, desproporcionado respecto al resto de la vivienda.

    Abarcamos el proyecto repensando toda la planta, para mejorar la distribución y conseguir espacios cómodos y realmente funcionales.


    Proyecto de Arquitectura, Interiorismo y Ejecución de la Obra

    Nuestro propósito fue crear un entorno en 49m2, explotando al máximo materiales y recursos arquitectónicos, en el que una persona que vive y trabaja en casa sea capaz de habitar cada espacio de manera consciente.

    Teníamos claro, que unificar cocina y salón, desdibujando al mismo tiempo el oscuro hall de entrada ya daba algo más de juego, pero seguía sin fluir el espacio. La clave la encontramos cuando incluimos en el proyecto la curva. 

    Diseñamos una isla central en dos alturas, para incluir la zona de comedor y lo siguiente fue, dotarla de una forma redondeada para que sirviera de articulación al espacio triangular de la zona de estar-cocina. Con esta decisión logramos ganar además el espacio necesario para 2 puestos de trabajo. 

    Conseguido todo esto, la estancia principal de la casa era un espacio flexible, que cumplía con todas las necesidades y requisitos de nuestros clientes; un espacio amplio, cómodo, con bastante almacenamiento y muchísima luz. Un espacio que en el día a día diera solución a cada una de las tareas que en él se debían desarrollar de manera fácil y sin complicaciones. 

    Tras un exhaustivo trabajo de proyecto y no menos exhaustivo trabajo en obra, logramos apurar el espacio necesario para poder incluir tanto los arcos que hacían la magia como la joya de la casa: una preciosa bañera exenta que, como si se tratara de una escultura, hace las delicias de todo aquel que pasa por la vivienda.

    Y la verdad, es que introducir la curva en el proyecto no fue en absoluto caprichoso. Para que los espacios fueran luminosos y además amplios, en una vivienda de 49m2 y geométricamente muy compleja, debíamos explotar el concepto de espacios abiertos. Abrir al mismo tiempo que cerrar, desdibujar limites, conectar visualmente estancias… que por otro lado por motivos de funcionalidad debían tener su propia independencia. 

    Las puertas correderas, aportan funcionalmente la independencia de los espacios conectados por arcos, así que constructivamente debían ser eso: independientes de los arcos. La solución constructiva debía ser limpia: se pensó en un sistema de puerta corredera de superficie, destacando la nobleza de las puertas de suelo a techo en roble sobre un fondo neutro como un telón que cierra los arcos.

    Desde el inicio, Laura y Raúl soñaban con un espacio alegre, muy vivo, pero al mismo tiempo un espacio que ofreciera muchísima serenidad, por ello la idea fue componer un ritmo estudiado de colores que nos hablaran de la naturaleza, con notas u acentos que definen cada una de las estancias de la casa, en un estricto equilibrio. 

    Para conseguir que la vivienda se definiera como un espacio en calma y serenidad elegimos materiales que aportaran luminosidad y claridad y optamos por materiales continuos en tonos muy claros jugando, en este caso, con la contraposición de texturas en suelos y paredes. Un suelo liso, como el microcemento que nos aporta luz y sensación de amplitud y además sin despieces que nos condicionaran la planta triangular. Por el contrario, en paredes elegimos el trabadillo, que por su textura nos da un aire en cierta medida rústico y singular, un material que es además ecológico y que tiene grandes beneficios sobre la salud.

    ¿El punto rompedor y actual? la nota de color que ofrecen los terrazos y los colores de la carpintería: Terracota en el mueble de campana y alicatado del frente de cocina compensado con el color Sahara, un beige que envuelve toda la carpintería. Por otro lado el verde, que aparece en sus plantas y zonas de agua: ducha y lavabo. 

    Los materiales componen entre todos esa poesía donde cada encuentro está estudiado y pensado para emocionar, no importa terrazo, trabadillo, roble o un toque de color, todo está profundamente conectado y sentido.


    Año: 2022
    Localización: Madrid
    Superficie: 49 m² útiles
    Propietarios: Laura y Raúl
    Proyecto de Arquitectura e Interiorismo: Estudio Caliza
    Ejecución de la obra: Estudio Caliza
    Fotografía: Lupe Clemente
    Estilismo: Estudio Caliza

    Opinión del cliente